VIII – ABONO SINFÓNICO
Arvo Pärt. Te Deum + (1984)
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Alexander Scriabin. Sinfonía nº1, op. 26 + (1900)
+ Primera vez ORCAM
La música religiosa medieval –desde el canto llano hasta la polifonía de los maestros francoflamencos del siglo XV, pasando por los pioneros polifonistas de las Escuela de Notre Dame– impregna el «estilo tintinnabular» del estonio Arvo Pärt, figura clave de la música de concierto europea al otro lado del telón de acero durante los años que enmarcaron el colapso de la Unión Soviética. Compuesto en 1985, el Te Deum de este compositor ejemplifica los principales rasgos de un estilo que, por sus cualidades místicas, ha sido enmarcado dentro del llamado «minimalismo sacro».
Contemporáneos estrictos, Rachmaninoff y Scriabin convivieron desde la infancia en el hogar-escuela del profesor de piano Nikolái Zvérev, siguiendo una práctica –la cohabitación de los maestros con sus discípulos– que se remonta al origen gremial de los oficios musicales. Allí aprendieron francés, alemán, las costumbres de la alta sociedad y –en el caso de Scriabin–, también a beber vodka. La historia ha encasillado al primero como «conservador» y al segundo como «innovador», aunque en el año 1900 –el de la composición de la primera sinfonía de Scriabin– las diferencias de estilo no eran todavía demasiado notorias. Los rasgos dionisíacos que atribuimos comúnmente a este compositor están ya presentes en su primera sinfonía. La obra enmarca los cuatro movimientos característicos del formato clásico-romántico con un movimiento lento introductorio y un exaltado y místico Finale con coro y solistas entre cuyas líneas podemos adivinar ya el ideario teosófico de su autor.