IV – ABONO SINFÓNICO
Mathilde Wantenaar. Música nocturna + (2017/19)
Mieczysław Weinberg. Concertino para violín y orquesta de cuerdas, op. 42+ (1948)
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Raminta Šerkšnytė. Noche de invierno, para violín y orquesta de cuerdas + º (2022)
Piotr Ilyich Tchaikovsky. Souvenir de Florencia + (1890)
+ Primera vez ORCAM
º Estreno en España
El primer movimiento de la Música para cuerdas, percusión y celesta de Bartók es la principal fuente de inspiración de la Nachtmuziek –Música nocturna– de la jovencísima compositora holandesa Mathilde Wantenaar, concebida en 2017 para octeto de cuerdas y reelaborada dos años después para orquesta de cuerdas. En la obra resuenan las sombras de la Noche transfigurada de Schönberg junto algún breve destello debussyano. La desolación, el frío, la oscuridad –y el punzante lirismo– del primer número del Viaje de invierno de Franz Schubert ofrecen, por su parte, la materia prima de Winternacht –Noche de invierno– de la compositora lituana Raminta Šerkšnytė, obra encargada por Gidon Kremer para su legendaria Kremerata Baltica.
Escrito en tiempos extremadamente sombríos –1948, el año del decreto antiformalista promulgado por Andréi Zhdánov para atajar cualquier desviación doctrinal en la música soviética–, el Concertino para violín del judeopolaco nacionalizado ruso Mieczysław Weinberg ofrece reflejos más bien tornasolados, como una sublimada forma de evasión –y supervivencia– a través de una partitura luminosa y serena en la que encontraremos rasgos concomitantes con Shostakovich. El viaje de las sombras a la luz que plantea este programa culmina con el Souvenir de Florencia de Tchaikovsky, sexteto de cuerda escrito –y titulado– bajo el influjo de un viaje a esta ciudad italiana realizado en 1890, pero en el que es difícil precisar sus rasgos meridionales, habida cuenta de que los dos movimientos finales utilizan melodías de características –y vitalidad– inequívocamente rusas.