II – ABONO SINFÓNICO
Sergei Rachmaninoff. La isla de los muertos, op. 29 + (1908)
Franz Liszt. Totentanz, S. 126 + (1849)
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Marcos Fernández Barrero. Réquiem* (2023)
+ Primera vez ORCAM
* Estreno absoluto. Encargo SGAE.
En el filme de Alain Corneau Tous les matins du monde (1991), el violagambista francés Monsieur de Sainte-Colombe utilizaba la música, cada noche antes de acostarse, para dialogar con su difunta esposa. En efecto, en todos los tiempos y culturas, la música ha servido como medio indispensable para la ritualización de la muerte y la comunicación de los vivos con los que nos dejaron. La secuencia latina «Dies irae», procedente de la misa de difuntos católica, se convirtió en un poderoso símbolo musical desde que Berlioz la incorporara en el Finale de su Sinfonía fantástica. Su inclusión en La isla de los muertos (1908) de Rachmaninoff y en la Totentanz (1849) –danza de la muerte– de Franz Liszt obedece a la temática fúnebre de estas dos obras, inspiradas respectivamente en el lienzo homónimo de Arnold Böcklin y el fresco «El triunfo de la muerte» de Francesco Traini.
Basado en textos de Antonio Machado, el Réquiem del barcelonés Marcos Fernández-Barrero realiza un recorrido espiritual análogo al del texto latino comúnmente empleado en este género. La materia literaria –poética en vez de litúrgica– aparta el foco de la escatología cristiana –la vida después de la muerte– para iluminar este asunto desde la experiencia de la pérdida, convirtiendo cada tramo de la obra en recreación sonora de las diferentes fases del duelo y arropando el texto con un tejido musical en el que se enhebran una miríada de influencias entre las que podemos adivinar trazas de Anders Hillborg, Karl Jenkins, Arvo Pärt o György Ligeti.