Queridos amigos,

Aunque sé que muchos de vosotros ya conoceréis las obras que os voy a recomendar, confío que su audición y/o su repaso nos suponga un alivio en estos duros momentos de aislamiento que estamos viviendo, y que de esta manera nos sintamos conectados en aquello que siempre ha sido nuestra vocación: la música vocal.

En primer lugar vamos a poner a J.S.Bach: en estas fechas es aconsejable escuchar sus dos pasiones, su gran misa en si menor y gran cantidad de cantatas, sin olvidar los maravillosos seis motetes. Su música es pura trascendencia. Si tenemos oportunidad, como en cualquier otra audición, es mucho mejor escucharla siguiendo los textos.

Siguiendo a Bach, su huella musical en quien reposa más, es en la obra de Mendelssohn y de Brahms. Citar sus obras sería ocioso: todo es absolutamente sublime.

Ahora, no obstante, voy a proponeros un retroceso en el tiempo: el camino que siguieron los autores citados fue preparado por un gran movimiento polifónico a finales del siglo XVI y medio XVII, cuya figura más relevante fue Claudio Monteverdi. De este compositor os recomendaría especialmente su Quarto Libro de Madrigales (1603).

En esta época, en la que traspasamos la linea que “separa” el renacimiento del barroco, existen otras colecciones de madrigales muy interesantes, de las que me gustaría destacar el Noveno Libro de Madrigales de Luca Marenzio (1599), en el que predomina la nostalgia y la austeridad de los poemas de Petrarca, y el Octavo Libro de Madrigales de Giaches de Wert (1586) en el que destacan los textos de la “Gerusalemme liberata” de Torquato Tasso y de “Il pastor fido” de Battista Guarini. En estas colecciones se aprecia claramente ya la voluntad de los compositores en hacer que la música “moviera los afectos” según los textos a los que daba soporte, deseo que desembocaría inexorablemente en la retórica barroca.

Otra colección, un poco anterior en el tiempo, y difícil de catalogar, es la que escribió Roland de Lassus entre los años 1550-55 (aunque editada por su hijo Rodolfo en 1600), titulada “Prophetiae Sibyllarum”, tributo a la música cromática que se había puesto de moda a mitades del siglo XVI en las cortes del norte de Italia.
Y terminando este camino “retrogradado”, volvemos a nuestra polifonía con las colecciones de música sacra de Tomás Luis de Victoria, y en especial, los oficios destinados a la liturgia Semana Santa.

Os deseo toda la salud tanto física como espiritual que las circunstancias actuales exigen, y os mando un abrazo lleno de paciencia, pero también de optimismo e ilusión.

Cordialmente,
Jordi Casas